martes, 10 de febrero de 2009

Obama vs Phelps

Cuando apareció la noticia que el campeón Michael Phelps había fumado marihuana, Estados Unidos demonizó al héroe de Beijing, los periódicos abundaron en caricaturas que lo ridiculizaban y varios sponsors como Kellogg´s y Subway, le quitaron el apoyo financiero. El atleta fue sancionado con la suspensión por tres meses, y es tal su confusión que está pensando seriamente poner fin a su carrera y no concurrir a los próximos juegos olímpicos de Londres 2012. Pero existen grupos que han apoyado al atleta, como puede verse en facebook, por lo que no existe unanimidad en torno al tema.

La conducta del pueblo norteamericano no deja de llamar la atención, todo aquel puritanismo tan acendrado, que hasta ahora sólo se había visto en la previa de las presidenciales, se ha trasladado al día a día, y algo tienen que ver las nuevas tecnologías, porque fue fotografiado con un celular. Pero el asunto esconde un tremendo doble estándar en un país donde acaba de ser elegido con amplia mayoría un candidato presidencial que en plena campaña también reconoció en más de una oportunidad haber consumido drogas., también en la entrevista realizada por el presentador Jay Leno.

¿Y si Phelps se hubiera anticipado y reconocido que fumó marihuana, sería diferente su suerte final? ¿Por qué en el caso de Obama, no tuvo mayor trascendencia aquella confesión? ¿Acaso el poder político da una especie de carta blanca para tolerar lo que a los particulares se les censura? Alguien podría sostener que un deportista debe tener un cuerpo absolutamente libre de tóxicos para competir, y por ende siendo un ejemplo, no puede caer en esas conductas. ¿Y que queda para quien toma decisiones que pueden afectar a millones de personas, guardando la llave de armas nucleares, y con todo el poder para destruir el planeta?

En mi opinión, el consumo siempre será una opción personal del que lo realiza, ojalá que la decisión sea siempre negativa, pero el adicto debe ser tratado como un enfermo, no como un "delincuente", sin embargo la tremenda desigualdad provocada por los mass media en este caso, no deja de ser un doble estándar inaceptable.

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