Un reciente estudio de la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles, de los Estados Unidos, (ACLU), ha demostrado sorprendentes cifras, derivadas de la aplicación de la pena de muerte. Así por ejemplo, los contribuyentes del Estado de California, pagan 117 millones de dólares anuales en costos de mantenimiento, arrojando 117.000 dólares por cada condenado. Hay nada menos que 669 reclusos esperando la ejecución, pero desde 1977, sólo han ejecutado a 13 personas.
En California existen casos célebres, como el de Ray Allen, a quien se le aplicó la pena de muerte el 17 de enero de 2006, a los 76 años, ciego y sordo, 25 años después de cometido el hecho por el cual fue condenado. Pero la más simbólica de los últimos años es la de Stanley "Tookie" Williams, un ex pandillero ejecutado en San Quintín, el 13 de diciembre de 2005, luego de haberse rehabilitado totalmente, al punto que incluso fue candidato al Premio Nobel de Literatura y al Premio Nobel de la Paz. Son célebres sus primera y segunda cartas a los jóvenes escritas en prisión.
En California se usa la inyección letal como forma de ejecutar la pena de muerte.
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