lunes, 16 de junio de 2008

Condénalo a muerte, my darling


Que Charles Dean Hood haya sido condenado a muerte en 1990, y desde entonces permanezca encarcelado a la espera de la ejecución que debía realizarse mañana, no es una novedad en el estado de Texas. Amnesty International, lo tiene como una de sus preocupaciones permanentes. Lo que constituye todo un hallazgo, es la declaración jurada de un colega del fiscal que llevaba la causa, donde afirma que el funcionario tenía un romance con la jueza que llevaba el caso. Por cierto, los presuntos tortolitos se han negado a comentar el asunto, que según el denunciante era "de pública notoriedad".

Todo parece indicar que Charles merece otro juicio, ante un tribunal imparcial. Así lo han demandado numerosos profesores de ética que han escrito al gobernador Rick Perry. La noticia aparece hoy en la prensa nacional e internacional.

El motivo es descrito en una de las cartas, de la siguiente forma:

"Un juez imparcial es un componente esencial del sistema judicial estadounidense. Si la imparcialidad de un juez puede ser puesta en duda razonablemente, esto genera un defecto estructural para el proceso"


¡Que historia tan tierna!, excepto por cierto, para Charles Hood.

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