lunes, 30 de junio de 2008

Un grueso error judicial en España


Rafael Ricardi Robles, es un condenado que permanece en la cárcel desde el año 1995, condenado a la pena de 36 años por el delito de violación de una joven. Fue "reconocido" mediante fotografías, por la víctima, que fue atacada por dos: uno flaco y otro gordo, ambos con el rostro tapado. La prueba más contundente: padece de estrabismo, al igual que uno de los atacantes. A la fecha de los hechos, era toxicómano y tenía antecedentes por delitos relacionados con drogas.

El preso ha dicho que fue amenazado por la policía para culparse. Recién el año 2000, los investigadores comenzaron a sospechar que el condenado era inocente, porque siguieron produciéndose violaciones de las mismas características. Desde hace dos meses están totalmente convencidos que Ricardo no tiene nada que ver.

Algunas perlas: mientras la sentencia que lo condenó dice que "se han encontrado todos los alelos correspondientes al semen del acusado", ¡el informe presentado en el juicio no dice nada de eso! Y a la víctima le mostraron ¡6 fotos! para el reconocimiento. Ya en el 2000 el Instituto de Toxicología llegó a la conclusión definitiva que los marcadores genéticos no tenían nada que ver con el condenado. Y los verdaderos autores fueron recientemente identificados.

Antonia Alba, abogado de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía, acaba de presentar un recurso de revisión ante el Tribunal Supremo. La fiscalía, hace unos años declinó revisar el caso, más allá de la falta de coincidencia genética, porque aún estaba en pie el reconocimiento de la víctima.

Nada nuevo bajo el sol, reconocimientos errados y procedimientos desastrozos que terminan en una convicción errónea. Dos preguntas: ¿Cuánto tardará el Supremo en ver el recurso? ¿Por qué no le dejan ya en libertad?

Me olvidaba consignar que los verdaderos autores están detenidos.

La actualización del caso aquí.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado señor:

Buscando datos sobre el caso de Ricardi en Internet, he encontrado esta entrada. Me gustaría recomendarle, si me lo permite, que dejara usted de emplear los términos "bizco" y "turmio" para referirse a una persona que padece estrabismo. Yo padezco el defecto; y, aunque puedo decir con satisfacción que el padecerlo no me ha provocado depresiones o rechazo social, creo firmemente que emplear estos términos despectivos puede ser insultante para muchas personas que sufren por no poder corregirse la desviación. Es como si usted, al referirse a una persona con discapacidad intelectual, lo llamara retrasado.

No soy yo uno de esos paladines de lo políticamente correcto, todo lo contrario. Sin embargo, entenderá que, por mucho que los diccionarios no recojan las palabras bizco y turnio (y sus equivalentes) como despectivas -cosa que, en mi opinión, es un grave error-, se hace necesario el uso de estrábico, que califica de forma igual a Ricardi y a otros como yo, que es la palabra adecuada, y que no acarrea ninguna carga despectiva. Si existe la palabra estrábico, ¿por qué emplear otras?

Un saludo.