Los menores infractores de ley, se convierten en una pesada carga para los países tercermundistas, más allá de los esfuerzos por darles estatutos jurídicos especiales de juzgamiento, que se adapten a los tratados internacionales, privilegiando la rehabilitación en el medio libre. Existen iniciativas notables, que permiten creer en la solidaridad social como motor para favorecer la reinserción. Lo ocurrido en el penal de Menores de Villa Lanús, Argentina, es una buena noticia: la sub 17 del Club Deportivo Huracán, fue a jugar un partido con los chicos internos, compartiendo con ellos una tarde de recreación.
Es la primera vez que una delegación deportiva ingresó a una cárcel para realizar una actividad directamente con los condenados. En Chile son muy recordadas las visitas que el ex técnico de Colo Colo, Claudio Borghi, realizaba a los penales para conversar con los presos, regalarles una rabona y una palabra de aliento. Siempre recordaba que de no ser por el fútbol, podría haber seguido la misma suerte de los reclusos, comentando sus humildes origenes familiares. El deporte rey, puede ser una herramienta eficaz para sacar a los niños de conductas de riesgo, lástima que no siempre el estado es eficiente en la administración de los recursos deportivos.
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