El 6 de diciembre de 1984, el ejecutivo de un hotel, de nombre Ray Liuzza, en Nueva Orleans, Estados Unidos, fue asesinado por un asaltante. John Thompson fue acusado del crimen y enviado a prisión, en 1985, por 18 años al corredor de la muerte, hasta que una Corte de Apelaciones ordenó un nuevo juicio, donde el encarcelado fue declarado inocente. Durante el tiempo de privación de libertad, y luego de una dura batalla legal, Thompson estuvo a punto de ser ejecutado en al menos 7 ocasiones, hasta que un investigador de la defensa, encontró un informe forense que exculpaba de toda responsabilidad a John.
El asunto no terminó con la libertad de Thompson, porque en el año 2003, porque éste inició acciones indemnizatorias contra la oficina del Fiscal de Distrito de Nueva Orleans. El demandante ganó el juicio ea principos del año 2007, y una Corte ordenó a los fiscales que habían intervenido en el caso, pagar solidariamente la suma de 14 millones de dólares, por concepto de daños.
El caso fue llevado a la Corte Suprema norteamericana, que en una reciente decisión, revocó la resolución que ordenaba pagar la indemnización. En una discutida sentencia, por mayoría de 5 contra 4 votos, el Juez Clarence Thomas, señaló que Thompson no había podido demostrar que el Fiscal de Distrito de Nueva Orleans, fuera "deliberadamente indiferente"a los abusos porque no se había demostrado un "patrón de conducta" frente a otros casos similares.
La sentencia de la Corte Suprema norteamericana, pone puntos suspensivos a las aspiraciones de los exonerados, de obtener indemnizaciones por el tiempo que han permanecido privados de libertad, y establece un nuevo estándar, porque obliga a probar que el persecutor ha tenido un "patrón de conducta", para casos análogos, o de lo contrario, disculpa en todas sus partes el grave error que pone tras las rejas a un inocente.
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